El matrimonio el diseño de Dios


 A proposito de la denominada Ideologia de genero...

EL MATRIMONIO EL INVENTO DE DIOS

En nuestro país, según las estadísticas de organismos gubernamentales, por cada 10 matrimonios que se inscriben en el Registro Civil, existen 5 divorcios; es decir que, mientras hay alegría en la firma del acta de un  nuevo matrimonio, hay tristeza cuando se firma el acta de divorcio; aunque, claro está, nadie se casa para divorciarse. 

¿Qué está pasando con el matrimonio en la actualidad? 

Que contentos se ven a los novios cuando están realizando los preparativos para la boda; no descuidan nada: comida, música, el traje impecable del novio y el lindo vestido de la novia, son los detalles que llaman la atención; luego, los familiares y amigos, rodean a los recién casados, les desean muchas felicidades y eterna felicidad; no se escatima esfuerzo alguno, ni se recorta ningún presupuesto; el ministro, que preside la ceremonia, les recuerda que el matrimonio es para toda la vida y tienen que respetarse y amarse en las buenas y las malas.

Pasa la noche de bodas y unos cuantos días más; y, de pronto, la efervescencia del enamoramiento se esfumó, la atracción mutua desapareció, la “química” se ha perdido; la esposa se pregunta, ¿dónde está el atento, amable y caballero hombre del cual se enamoró?; porque ahora se encuentra luchando con el ogro y grosero marido; de igual manera el hombre se sorprende y se interroga: ¿dónde está  la delicada y tierna mujer que conoció?; porque, ahora, está discutiendo con la mandamás, agresiva, celosa e irrespetuosa mujer.

Al final de la noche, el pensamiento de los dos coincide diciéndose entre sí; ¿para esto me casé?

Lo que sucede es que, cuando conviven dos personas se conocen más y más; aparecen ya no solo las virtudes, por las cuales se atraían, sino también, las “fallitas”, los defectos; entonces, los reclamos y problemas son más frecuentes; entonces, aparece la idea y decisión más fácil,  el divorcio, para huir y abandonar el hogar; empiezan las tediosas comparaciones, los arrepentimientos, las amenazas; y, terminan haciéndose mutuamente daño con palabras gestos y, hasta,  golpes.

Lamentablemente, esta es la  vivencia que, cada día experimentan las familias ecuatorianas y, en un alto porcentaje, las familias lojanas; no podemos esconder esta realidad que viven miles y miles de hogares. 

Estamos frente a un gigante llamado orgullo, que está destruyendo la unidad de la familia, estamos peleando con un enemigo astuto llamado egoísmo que, poco a poco, está destruyendo las bases del matrimonio; aunque no podemos eliminar, definitivamente, el divorcio; algo debemos hacer para prevenirlo y, ojalá, evitarlo.

El matrimonio no es un invento del hombre, es un diseño de Dios. Dios mismo autorizó el matrimonio, Dios  dirigió la primera ceremonia de unión de un hombre y una mujer, de Adán y Eva, los bendijo y les dijo que se multipliquen y gobiernen la tierra. ¡Qué cuadro más hermoso del amor y favor de Dios!; ¡qué circunstancia más perfecta y de armonía entre Dios y sus creaturas! Aquí encontramos el inicio del verdadero matrimonio; la unión de dos seres diferentes por fuera, pero, con la misma pasión por dentro; con diferentes características externas, pero, con  las mismas cualidades de amar internas, personas que fueron diseñadas el uno para el otro.

Mientras exista comprensión, respeto, comunicación y, sobre todo, amor, será difícil y hasta imposible romper esos lazos de unidad conyugal; pero, cuando se ha cedido al orgullo y egoísmo, allí empieza el camino hacia la separación.

Es fácil culpar por nuestros fracasos al cónyuge; se ha hecho costumbre imponer una razón con violencia; el maltrato a la mujer sigue aumentando; refugiarse en el alcohol, esconderse en el trabajo se está volviendo una rutina, con graves consecuencias físicas; gritos, infidelidad, ¨mamitis¨, separación, problemas de carácter o temperamento, aparecen como un menú a la carta, donde se puede escoger sin otra opción. Cuando lo correcto y lo más sabio es buscar ayuda, pedir consejo, invertir tiempo en escuchar, la mayoría de nosotros ignoramos las necesidades del otro, descuidamos nuestra comunicación y fallamos en la mutua comprensión.

Si Dios creo el matrimonio, entonces, Él sabe cómo funciona, por eso nos dejó instrucciones que todos debemos aplicar; la Biblia dice: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne”; si consideramos estos principios bíblicos, de independencia (dejará); es decir, de empezar una nueva familia sin depender de los padres emocionalmente; luego, unidad (unirá), entendiendo que las prioridades de cada uno ha cambiado ahora son dos; y, el tercer principio, complemento (serán) está tratando de un ensamble perfecto en cuerpo y alma; si la pareja toma en cuenta estos principios, se llevará a cabo un matrimonio a la manera de Dios, que es la ideal.

Este manual, llamado Biblia, que la mayoría lo tenemos, puede restaurar el matrimonio y no solo eso, sino además cambiarlo y mejorarlo; por lo tanto, debemos revisarlo constante y permanentemente; aquí encontramos una fórmula, una clave muy valiosa para evitar la destrucción del matrimonio, se llama “A y R”, que son las siglas de Amor y Respeto; amor, es decir, atención comprensión y servicio sincero, por parte del esposo; cambiaría radicalmente la actitud de la mujer y, consecuentemente, si la mujer comienza a respetar, considerar y admirar a su esposo, la conducta, el comportamiento del hombre generaría otra reacción. 

Por descuidar el amor a nuestra esposa se han ocasionado separaciones y, por olvidar el respeto al esposo se ha producido un alejamiento por parte del esposo; si cada uno se propusiera cumplir con estas dos funciones, si cada uno se esforzara por hacer feliz a su cónyuge, considero que las estadísticas de divorcios disminuirían. 

No debo esperar que mi esposa me respete para luego yo amarle, ni tampoco la esposa debe esperar que la ame para luego respetarlo; lo importante es tomar la iniciativa de cumplir con estos principios que benefician a ambos, por eso nos casamos, para dar, no solo el 50 %; sino, el 100% de su tiempo y vida a una sola persona que elegimos estar, mientras respiremos; solo así se logrará una estabilidad matrimonial. Recordemos  que el esposo o esposa, es un regalo de Dios y algún día vamos a dar cuenta de ese regalo; no olvides que Dios te dio una compañera o  compañero, mientras dure tu estadía aquí en la tierra.

El matrimonio no está vacunado contra los problemas, ni tampoco está libre de crisis y dificultades, el matrimonio es el lugar donde se mejora el carácter, es una escuela de formación personal donde se asientan las convicciones y se sostienen las emociones, donde se logran éxitos y se valoran oportunidades, donde se fortalecen las virtudes y se cambian los defectos, un lugar donde se enfrentan los miedos y se expresa libremente la verdad. El matrimonio es una obra de arte donde cada uno aporta con colores para para adornar el cuadro, es un rompecabezas que la pareja tiene que formar y cada detalle cuenta; los dos están diseñados para afrontar, sabiamente, los obstáculos. No existen culpables, en el fracaso matrimonial, existen responsables por que la culpabilidad trae como consecuencia un castigo; pero, la responsabilidad acarrea superación.

Para finalizar quiero contar el relato cuando Jesús estuvo presente en la boda de unos jóvenes; mientras se festejaba este hecho importante para ellos, hubo escasez de vino no fermentado; era costumbre brindar el mejor vino al último; pero, éste se había acabado y Jesús no solo convirtió el agua en vino, sino que, devolvió la alegría a esta pareja y a todos los presentes. Tú también amiga y amigo, que estás casado, si adviertes que hay escasez de amor, de paz, de alegría,  puedes ahora mismo invitar a Jesús a tu matrimonio, para que cambie esa tristeza en alegría, ese dolor en bienestar, esas cicatrices en sanidad, esa pena en esperanza, si tan solo pones tu confianza en Jesús el único que puede restaurar el matrimonio.

Autor: Dalto Guaman

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